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jueves, 23 de abril de 2015

Cine Doré







Si continuamos por la calle Carrera de San Jerónimo, saliendo precisamente por la Casa Allende, situada en una de las esquinas de la Plaza de Canalejas, un pequeño cartel nos da a conocer el hecho de que el primer cinematógrafo fue presentado en Madrid en el desaparecido Hotel de Rusia, junto al que hoy es el Teatro Reina Victoria. Sin embargo, a principios del siglo XX, las películas comenzaron a proyectarse en lo que se conocía como “salones”. El Cine Doré fue uno de los primeros. Situado en la calle Santa Isabel 3, relativamente cerca de la estación de Atocha, este edificio tiene el poder de trasladarse a aquella época en la que el cine empezaba a hacerse un pequeño hueco en el tiempo libre de los españoles. Su impresionante fachada tiene mucho que ver. De estilo modernista, sus arquitectos consideraron que se mantendría dentro de la línea del resto de edificios que por aquel entonces comenzaban a resurgir en la capital. Además, la mayoría de los locales cinematógrafos se caracterizaban por sus ostentosas fachadas, por lo que se estimó que sería una buena idea de acercar la influencia de otros países a la ciudad.

Contaba con una capacidad de 1.250 espectadores. En sus dos plantas, estos podrían disfrutar de un jardín o relajarse en una sala para fumadores. Al adquirir su actual nombre en 1923, once años después de su inauguración, comenzó a dotarse de gran fama, hasta convertirse en un negocio rentable. Esto sirvió para llevar a cabo una remodelación de su interior. Las proyecciones más reclamadas no fueron precisamente las españolas.     La música jugaba un papel muy importante, y las películas estaban acompañadas por una orquesta y los coros de los artistas más prestigiosos de esos años.

No obstante, el éxito fue más bien efímero, y a partir de la década de los treinta, el Cine Doré quedó relegado como una sala de restreno. La causa de tan repentina caída se debió a un factor más bien externo: el declive del barrio en el que se encontraba, y hoy en día aún se encuentra, situada: el barrio de Antón Martín. Durante años, este permaneció abandonado, conociéndose por todos como el Palacio de las Pipas, hasta que en 1982 fue declarado edificio de interés arquitectónico. Como tal, debe ser protegido y conservado. Hoy en día, pertenece al Ayuntamiento de Madrid y se utiliza como lugar de proyecciones de la Filmoteca Española con el fin de recuperar el que fue uno de los cines más antiguos y singulares de Madrid. 

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